Éste es el primero de 3 posts que he decidido escribir sobre el envejecimiento y las bases de la medicina antienvejecimiento (conocida en inglés como medicina antiaging). Con estos posts me gustaría mostrar las bases científicas de una especialidad y desmontar ciertos mitos, cliches y opiniones sin fundamento al respecto, te sorprenderá saber que esto no tiene nada que ver con cremas. Espero usar un tono divulgador, aunque nadie como el maestro Punset claro! 🙂 Partimos de tres premisas:
1) Que la especialidad que estudia e investiga sobre los procesos de envejecimiento y que ha aportado todos los avances que conocemos hasta la fecha es una especialidad multidisciplinar pero que tiene gran parte de sus raíces en investigaciones oncológicas y en el comportamiento del crecimiento de las células.
2) Por tanto y aunque el envejecimiento es algo que tiene un directo impacto en nuestra fachada, exterior o carrocería (=piel), y a pesar de toda la maquinaria pesada de la industria internacional cosmética en cremas y productos «antiage», las bases científicas de todos los estudios hasta la fecha no parten de la dermatología sino en la investigación de la senescencia celular, entre otros. Y sólo a partir de eso, se ha podido aplicar a otros campos como es obviamente el de la cosmética y productos para la piel, aunque claro, no todos son realmente lo que dicen ser que son.
3) Que, como en todo campo que avanza con rapidez, surgen supuestos expertos y centros de belleza y estética que suman el «antiaging» a su línea de productos y servicios, pero sin ninguna base científico-médica. Y que esta situación no hace sino perjudicar y manchar la reputación científica de los estudios reconocidos a nivel mundial sobre restricción calórica, la investigación de los centenarios de Okinawa y Cerdenya, los resultados del proyecto Biosfera, el premio Nobel sobre investigación de telómeros, el mTOR, las sirtuinas, las sestrinas, los geroprotectores, los ensayos clínicos con suplementación con vitaminas, sobre los efectos del ejercicio físico…investigadores de la talla de Elizabeth H. Blackburn, Carol W. Greider, Jack W. Szostak, Hayflick, María Blasco (Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas)…
Que envejecemos no tiene vuelta de hoja. Que la forma de envejecer tampoco es uniforme es un hecho que podemos observar cada día (por regla general pensamos también que los demás envejecen más rápido que nosotros). Posiblemente, el ser humano envejece a la misma velocidad que hace 100 años y quizás que hace miles o millones de años, pero ahora vivimos más. El gran cambio en este sentido ha sido la mejora de las condiciones sanitarias, los avances de la medicina, la mejor higiene medioambiental y el control de las infecciones. Pero esto también ha hecho que los humanos tengamos una longevidad mayor y que las enfermedades asociadas al envejecimiento sean un problema sanitario de primer orden. La diabetes, la aterosclerosis, la hipertensión, las enfermedades neurodegenerativas dejan una huella muy marcada a nivel social y sanitario. Claro que hablamos sobre todo del mundo occidental, ya que la esperanza de vida no es social ni económicamente justa y existen grandes diferencias entre países e incluso dentro de una misma población.
El interés por no envejecer es ancestral. La búsqueda de la fuente de la juventud es una constante en diversas culturas, incluso muy dispares (Japón, Arabia, España en el siglo de oro). ¿Sabías que Florida fue descubierta por Ponce de León mientras buscaba (aparentemente) la fuente de la juventud? Ha sido pintada por el Bosco o Lucas Cranach y casi siempre juventud y belleza han ido unidas de la mano. Muchos artistas de diferentes épocas han plasmado las tres edades de la vida, se han escrito obras relacionadas como la archiconocida “Retrato de Dorian Gray”… y ha habido casos luctuosos y patológicos como el de la condesa Erzsebet Bathory que en el siglo XVI mató a numerosas jóvenes (se calcula que unas 650) para bañarse en su sangre y retrasar el envejecimiento. En el siglo XIX y XX aparecen numerosos elixires que aseguraban la juventud para siempre…Y hasta ahí los mitos.
El primer dato científico fue aportado por el prestigioso biólogo Ilya Metchnikoff, que descubrió el fenómeno de la fagocitosis y por ello recibió el Nobel de Medicina en 1908. Dedicó parte de su vida al estudio del envejecimiento. En la época destacan también los estudios hormonales de Brown-Sequard, los de células embrionarias de Niehans y el tratamiento con novocaína de la Dra. Aslan.
En los años 60 Hayflick estudia la senescencia celular y define la teoría por la cual las células pueden dividirse un número determinado y finito de veces. Se ha intentado asociar este límite replicativo con el envejecimiento, pero con resultados dispares. Lo importante es que supuso el principio de la investigación en longevidad humana.
En el momento actual no existe ninguna actuación terapéutica que retrase el envejecimiento y no tenemos ninguna receta milagrosa. El término de “medicina antienvejecimiento” fue acuñado en 1992 por Ronald Klatz y hace referencia a una rama de la medicina basada en la aplicación de tecnologías médicas y científicas para la detección precoz, prevención, tratamiento e inversión de los trastornos y enfermedades relacionados con la edad. Sin embargo, si hablamos de “antiaging” la gente lo asociará más a cosméticos o terapias específicas, no a la mejora de la calidad de vida. Posiblemente sería mucho más acertado hablar de medicina de la longevidad. La geriatría trata los síntomas y enfermedades propios de la vejez. La gerontología se ocupa del estudio del proceso de envejecimiento. La medicina antiaging se centra en la longevidad.
Así que lo primero que tenemos que aclarar es que la medicina (mal llamada pero conocida como) antienvejecimiento pretende tiene como objetivos mejorar la calidad de vida de las personas y dar los consejos adecuados para prevenir las enfermedades asociadas al envejecimiento y que éste sea de calidad (ya que no podemos pararlo ni enlentecerlo).
Se inició en el campo de la Medicina y la Cirugía Estética en 1999, creando el grupo de Medicina Estética de Antiaging Group Barcelona en 2004, y responsable del área de Láser desde 2006.
Actualmente profesora del Máster de Medicina Estética y del Bienestar del IFMiL (Institut de formación Mèdica i Lideratge), con la colaboración de la Universitat de Barcelona y del COMB (Colegio Oficial de Médicos de Barcelona).
Participa en diferentes líneas de investigación y publicaciones científicas.