La miomodulación química selectiva, conocida popularmente como neuromodulación es uno de los tratamientos que mas realizamos en las consultas de medicina estética y cirugía plástica. Sus resultados son muy buenos y los que lo usan están muy satisfechos. Sin embargo, tiene detractores, generalmente personas que desconocen el producto y su efecto y en ocasiones incluso se le atribuyen efectos secundarios propios de otro tipo de tratamientos.
«Adicción» a la neuromodulación
Es frecuente encontrar en internet o en redes sociales comentarios del tipo “es una adicta al Botox” o “no pude parar de ponerse Botox”.
Por un lado, deberemos de tener claro que la neuromodulación no es una sustancia adictiva, es decir, su uso no crea la necesidad orgánica de su consumo ni precisa un aumento de dosis a medida que el cuerpo crea tolerancia. Si son sustancias adictivas la nicotina del tabaco, la heroína (por lo opiáceos), los barbitúricos, la cocaína, las anfetaminas o el alcohol. Estas sustancias que crean adicción no pueden dejar de consumirse de forma brusca ya que entonces se desarrolla un síndrome de abstinencia, que generalmente precisa de ayuda profesional para disminuir y eliminar su consumo.
En el caso de la neuromodulación, podemos dejar de usarla cuando nosotros queramos sin que esto suponga ninguna alteración en nuestro organismo.
Lo que ocurre es que la miomodulación química selectiva es una medicación con un efecto limitado en el tiempo, no más de 4 meses, por lo que requiere ponerlo de forma crónica (si es que se quieren mantener los resultados conseguidos)
Dismorfofobia
Por otro lado, podemos encontrar personas adictas a los tratamientos médico-estéticos o a la cirugía estética, no por el efecto orgánico que producen los productos o sustancias en sí, sino por una alteración psicológica llamada dismorfofobia o trastorno dismórfico corporal. Se trata de un trastorno mental, es una enfermedad, en la que la persona le da una importancia desmesurada a un defecto corporal o facial y esto le hace tener una preocupación obsesiva por su imagen facial y corporal. En la mayoría de los casos de trastorno dismórfico, cuando la persona soluciona o mejora el defecto que le preocupaba inicialmente, encuentra otro defecto, con lo cual, la obsesión por la realización de tratamientos o cirugía es desmesurado y no realista. En estos casos es indispensable el tratamiento profesional de un psicólogo.
Así que podéis estar tranquilos, la neuromodulación no produce ningún tipo de adicción, aunque si es cierto que lo que produce es una mejora de la imagen facial, lo que en general es muy bien recibido. La neuromodulación debe de utilizarse cada 4 o 6 meses, y debemos respetar lo que nuestro médico nos recomienda. Los tratamientos médico estéticos bien programados nos proporcionan los mejores resultados sin exageraciones ni sorpresas.
Se inició en el campo de la Medicina y la Cirugía Estética en 1999, creando el grupo de Medicina Estética de Antiaging Group Barcelona en 2004, y responsable del área de Láser desde 2006.
Actualmente profesora del Máster de Medicina Estética y del Bienestar del IFMiL (Institut de formación Mèdica i Lideratge), con la colaboración de la Universitat de Barcelona y del COMB (Colegio Oficial de Médicos de Barcelona).
Participa en diferentes líneas de investigación y publicaciones científicas.