Todos entendemos que comemos para aportar a nuestro organismo los nutrientes necesarios para vivir. Lo difícil es coger aquello que nuestro cuerpo de verdad necesita para optimizar sus funciones: ¿Por qué nos cuesta tanto seguir una dieta saludable? No nos referimos a un régimen para perder peso sino simplemente el hecho de mantener una dieta saludable…
En el mundo occidental donde la oferta alimentaria es casi infinita esto se hace cada vez más difícil por 2 motivos: desconocimiento y tentación, sí, sí, comemos con los ojos y aquello que desde la televisión o las revistas nos dicen que es fantástico para nuestro cuerpo: bífidus en los yogures, omega 3 en la mantequilla, galletas que bajan el colesterol, zumos embotellados sin azúcares añadidos…
Retrocedamos unos milenios en el tiempo, nos plantamos en la era del Paleolítico y nos encontramos que la dieta de nuestros ancestros estaba basada en la recolección, los huevos, las verduras y frutas silvestres, carne roja la semana que tenían suerte y cazaban, pescado si vivían cerca de un río o del mar y carne blanca de aves, bebían agua…No bebían leche ni derivados, ni dulces, ni alcohol, ni bebidas con cafeína, ni cereales no germinados, ni nada de nada de comida procesada.
Difícil ¿verdad?. Es casi misión imposible ir a comprar y no pecar con esa cajita de galletas especiales, o ese yogur con trocitos de fruta o esa tableta de chocolate con almendras o una tabla de quesos franceses. La base de nuestra dieta debería ser lo más parecida posible a los hombres primitivos porque nuestro intestino no ha evolucionado con la misma velocidad que nuestros hábitos alimentarios ni los productos disponibles.
En realidad nos gusta lo que no debería gustarnos porque estimula en nuestro cerebro neurotransmisores que de forma momentánea nos producen placer pero que a la larga pueden ser adictivos como el chocolate.
Tenemos que aprender a escuchar mejor a nuestro organismo porque la mala alimentación genera mensajes erróneos como por ejemplo el picoteo constante. Cuando nuestros niveles de glucosa están bajos tenemos más deseo de azucares, estimulantes y carbohidratos refinados pero la toma constante de éstos genera más hipoglucemia y el circulo vicioso es muy difícil de romper con el peligro de producir alteraciones hormonales.
Otro ejemplo de lo mal que podemos interpretar las señales de nuestro organismo es el agua. Bebemos poco y a veces sólo cuando sentimos sed, señales que además interpretamos como hambre porque es lo que hemos hecho siempre. Cuando en una dieta se aconseja beber unos 2 litros de agua al día no es sólo porque necesitemos hidratarnos sino porque debemos educar de nuevo a nuestro organismo a interpretar correctamente las señales.
Lo mejor es durante 7 días tomar conciencia de lo que comemos y bebemos, sus ingredientes, escribiéndolo como si fuera un diario y luego analizarlo, es sorprendente la cantidad de porquería que ingerimos. Sólo tomando conciencia podemos poner remedio.
Así que lo mejor es volvernos un poco trogloditas, no comer alimentos envasados (o intentar no abusar) y consultar con un especialista siempre que queramos modificar nuestros hábitos y mejorar nuestra alimentación. ¿Por qué? Uno de los principales motivos por los que nos cuesta tanto seguir una dieta sana es que en la mayoría de las veces nos sentimos solos ante tanto esfuerzo, porque la fortaleza mental para seguir la dieta debe estar bien fundamentada y ser constante. Por eso el tener el seguimiento de un nutricionista que te asesora y te acompaña no solo resuelve las dudas sino que además estimula aquellos aspectos que son tus puntos fuertes y modifica los puntos débiles abriéndote nuevas estrategias para fallar menos.
¿Has empezado alguna vez con mucha fuerza de voluntad la idea de seguir una dieta más sana? ¿En qué te ayudaste? ¿Libros, foros, consejos de amig@s…? ¿Cómo te fue?

La Dra. Laura Salvador Miranda es socia fundadora de Antiaging Group Barcelona, con más de 25 años de experiencia en Medicina y Cirugía Estética. Licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad de Barcelona, se especializó en Cirugía General en el Hospital Clínic de Barcelona. Desde 1999 se dedica exclusivamente a la Medicina Estética, liderando desde 2004 el grupo de Medicina Estética y dirigiendo el área de tratamientos láser avanzados desde 2006.
Actualmente es profesora del Máster de Medicina Estética y Bienestar del IFMiL (Universitat de Barcelona - COMB), participa activamente en investigaciones y publicaciones científicas, y es miembro de sociedades médicas como SEME, SELMQ, SETGRA y la Sección Colegial de Médicos de Estética del COMB.